El Sr. Martínez miró el plácido rostro de su hija mayor, la cual dormía en su cama junto a sus cuatro hermanos menores. Se sintió feliz y orgulloso al verla allí, transformada en una joven postulante a la carrera de Medicina, en la no tan lejana Universidad de Concepción. ¡Han pasado ya los años desde que él fue también un estudiante, lleno de temores e ilusiones! La dulce voz de su esposa lo sacó de su ensoñación y recordó que mañana tendría que regresar muy temprano a su trabajo, en Santiago de Chile. Recordó, también, que ya era tiempo de comprar al menos los regalos de cumpleaños para los mellizos, que eran los hijos menores y que dentro de un mes ya festejarían sus cinco años y había que reservar el local y enviar las invitaciones a los amigos y familiares. Sus piernas no paraban de tiritar, después del torneo de fútbol de apertura de los equipos de padres en el colegio de los hijos. Había sido una tarde especial, con vecinos reunidos en torno a comidas familiares, juegos infantiles y actividades deportivas.
Una vez en su cama, apagó la luz y se dejó llevar por el sueño. Lo último que escuchó fue el reloj del comedor marcando la medianoche y el sonido distante de sirenas… tal vez eran los carros de bomberos que andaban a la siga del olor a gas en el ambiente en el sector sur de Chillán, cerca de Chillán Viejo.
A la mañana siguiente, las cadenas de televisión alrededor del mundo y unos pocos ciberreporteros locales que habían sobrevivido, informaron que se habían producido emanaciones de mercaptanos con cierta presencia de ácido sulfhídrico en las cercanías de Chillán Viejo.
Definitivamente una nube primero pestilente por la presencia de mercaptanos encendió una alarma en la población, sin embargo con posterioridad arribó la vertiginosa y silenciosa muerte de la mano del tóxico súlfuro de hidrógeno o ácido sulfhídrico. De la nube, se desconoce su origen, puesto que el instrumental disponible no es el adecuado y el conocimiento químico es muy vago transversalmente en los organismos fiscalizadores. Se estima que las emanaciones se dispersaron en un entorno de 50 [km2]. Las cifras preliminares estimaron alrededor de 15000 muertos y más de 50000 intoxicados agudos.
El Sr. Martínez, su esposa, sus cinco hijos, sus vecinos y muchos otros habitantes de la Intercomuna Chillán y Chillán Viejo, nunca despertaron de su sueño esa noche del 12 de marzo de 2020, para saber lo que sucedió. Nunca podrán declarar a los periodistas o a los jueces: Su verdad.
Por suerte o por fortuna divina, no sucedió.
Atentamente,
Jose Maria Jara Vilugron
RUT: 10 058 691-6
Ingeniero Civil Químico – UdeC
Scout
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