Es relevante comenzar esta columna recordando la importancia de la figura de Arturo Prat y el Combate Naval de Iquique en la fundación del Movimiento Scout chileno (21 de mayo de 1909). Por el momento sólo diremos que no tiene nada de casual la fecha elegida para la excursión al Puente Los Morros que se daría como hito fundacional.
Conscientes de ello, Don Alcibiades Vicencio y Jorge Cabezas construyen un discurso heroico con esta primera caminata escultista. Los niños y jóvenes scouts deben seguir la huella de aquel marino solitario, un héroe de guerra, y también un héroe en la paz. Al revisar su vida, y por cierto su niñez podemos ver como se fue construyendo un hombre solidario, con espíritu de justicia y por cierto valiente.
Arturo nació en la Hacienda de San Agustín de Puñual, en la falda del cerro Coigüen en Ninhue, el 3 de abril de 1848, en tiempos conflictivos a nivel nacional y también mundial.
Debido a problemas económicos, la familia se radicó en Santiago, donde la delicada salud del niño Arturo mejoró probablemente por el ambiente estimulante de la chacra de su abuelo, de su afición por los ejercicios físicos y del espíritu de superación inculcado desde temprano por su madre. Prat inicia sus estudios primarios en la escuela La Campana en 1856, donde conoce a dos de sus amigos de toda la vida, Carlos Condell y Luis Uribe. Los tres, ingresan a la Escuela Naval del Estado en 1858, becados por el presidente de la República. Fueron dos de los veintiséis cadetes que formaron parte del llamado «Curso de los Héroes», todos ellos personajes destacados en la posterior Guerra del Pacífico.
Su vida estaría marcada por el esfuerzo y el sacrificio, y también por el amor. Fue un devoto esposo y amoroso padre, siempre preocupado por sus hijos. En la única carta de novios que se conserva le escribe a su futura esposa: “Mi Carmela, mi vida, mi tesoro, tengo que decirte, incluso el que te adoro cada día con más vehemencia, no lo hago ahora porque temo empeorarme. Recibe el corazón apasionado de tu Arturo”.
Consecuencia de lo mismo, fue un hombre de valores y deseoso de justicia. Cursa derecho en la Universidad de Chile, estudiando entre 1872 y 1876 cuando fue examinado por la Corte Suprema presidida por Manuel Montt. Destaca su tesis de grado por el profundo estudio de la Ley Electoral de la época con ideas progresistas para avanzar en libertad.
En conclusión, sus deseos de justicia, sus fuertes sentimientos hacia su familia, sus importantes lazos de amistad, su inteligencia y espíritu vivaz, lo hacen un héroe muy particular. Un héroe del pueblo chileno, que cumpliendo su deber, con sencillez franciscana, pasaría a la Historia por su sacrificio y se convertiría en ejemplo para niños y jóvenes. Eso sería muy bien comprendido por los fundadores del Escultismo chilenos, quienes conmemorando el treintavo aniversario del Combate Naval de Iquique, deciden honrarlo con la creación de un movimiento juvenil. La Historia nos une indisolublemente con ese niño de Ninhue y con 110 años de vida de los Scouts chilenos debemos retomar su legado.
En conclusión, sus deseos de justicia, sus fuertes sentimientos hacia su familia, sus importantes lazos de amistad, su inteligencia y espíritu vivaz, lo hacen un héroe muy particular. Un héroe del pueblo chileno, que cumpliendo su deber, con sencillez franciscana, pasaría a la Historia por su sacrificio y se convertiría en ejemplo para niños y jóvenes. Eso sería muy bien comprendido por los fundadores del Escultismo chilenos, quienes conmemorando el treintavo aniversario del Combate Naval de Iquique, deciden honrarlo con la creación de un movimiento juvenil. La Historia nos une indisolublemente con ese niño de Ninhue y con 110 años de vida de los Scouts chilenos debemos retomar su legado.
Ramón Bastías S. Scouter Insignia de Madera, Primera Parte.
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