No cabe duda que los
hechos sociales que experimentamos en la actualidad, han permitido también
recogernos en nuestro seno y recordar las cosas bellas de la vida, nuestras
familias, a los que ya no están y todas aquellas cosas que le dan sentido aquí
y ahora. El Movimiento Scout es por cierto un estilo de vida, que nos va
legando, entre tantos regalos, tradiciones, momentos hermosos que se atesoran
en nuestras mentes y son principal elemento de traspaso para aquellos que
siguen y seguirán esta gran aventura.
Nuestro Fundador
Baden Powell así también lo pensó y baste imaginarlo en su segunda vida (para esto, recomiendo leer el libro”
lecciones de la universidad de la vida” del propio B.P.) sentado,
contemplando un bello atardecer, o quizás en torno al crepitar de una fogata en
una noche estrellada, recordando sus experiencias, proyectándola en los scouts
y reflexionando como ese recuerdo repleto de andanzas, pudiera continuar a
través de los años y en lo posible materializado en algún lugar.
Surgen entonces dos
conceptos claves en nuestra historia: “Gilwell y la Insignia de Madera”. Para
efectos del presente documento solo diremos que Gilwell es un lugar en
Inglaterra (hoy muy distinto a lo que fue
en términos de reducción de espacios y uso scoutivo) que es el resultado de
la idea de B.P. de contar con un centro donde los niños disfrutaran de la vida
al aire libre y de las enseñanzas del Escultismo, pero también donde los Jefes
Scouts pudieran concurrir y formarse en la noble tarea de guiar a sus muchachos
y muchachas en el esquema que el fundador había diseñado. Su idea tuvo un feliz
término, cuando el ciudadano Escocés Sr. W. de Bois Maclaren manifestó la
intención de comprar un predio para estos efectos, lo que se concretó el año
1919, comenzando este sueño a definirse y de aquello ya van 100 años. (os invito a leer un breve documento
llamado “El Libro de Gilwell” que profundiza en esto)
Concretado el parque
de Gilwell, Baden Powell, desde 1919, pone en funcionamiento una bella idea,
como es, la Insignia de Madera, que en esencia es un esquema de formación para
que la Jefa o Jefe Scout (me resisto a
dejar de utilizar la vieja y querida palabra ”Jefe o Jefa”, por todo lo que
encierra de positivo en nuestra historia) pueda desarrollar de la mejor
manera el programa scoutivo original, destinado a las niñas y niños que viven el
movimiento. De aquello también van 100 años, donde en la práctica, la jefa o el
Jefe viven diversos cursos de formación, particularmente al aire libre y en
interacción fraternal entre adultos obtiene su nivel final para beneficio de aquellos.
Una vez cumplido el
proceso formativo y alcanzado el último nivel, el adulto obtiene el
calificativo de Insignia de Madera, reconocimiento que se materializa con el
derecho a utilizar los siguientes
símbolos (cito el libro de Gilwell): Nudo
de Gilwell: nudo de pañoleta hecho de cuero redondo tejido formando una
“cabeza de turco” de dos vueltas, La insignia de Madera: dos cuentas de
madera, copias del collar de dinizulu, llevadas en un cordón de cuero alrededor
del cuello) y la Pañoleta de Gilwell: Pañoleta gris con trama roja, llevando
un parche del tartán Maclaren en su punta.
No es propósito de vuestro
hermano que escribe este artículo, resaltar las formas de la Insignia de Madera,
sino poner en evidencia que a 100 años de su creación y aun cuando el Parque de
Gilwell quizá ya no cumpla el fin diseñado originalmente, su idea sigue iluminando de manera certera a los que
transitan por el Escultismo Tradicional, dejando claro que tradicional no se
refiere solo al uso de los símbolos (insignias, sombrero y otros), sino que más
importante, a la sincera, responsable y fiel aplicación del Método Scout tal y
como lo sugirió el fundador, por cierto reconociendo que la realidad actual no
es la de 1919, pero que no es pretexto para
dejarlo de lado por el valor que encierra.
Valorar estos 100
años de la Insignia de Madera, es abrazar fraternalmente la Historia del
Escultismo y recordarla con cariño, pero también es la responsabilidad de tomar
el legado y continuar, donde cada Jefa o Jefe que adopta este esquema tiene la
obligación de alcanzar este símbolo, no para beneficio personal sino para el
genuino deseo que las niñas y niños de hoy sean mejores ciudadan@s.
Portar la Insignia de
Madera es un orgullo, pero lo será aún más, si detrás de aquello, existen
haditas y lobatos, Guias y Scouts, Rangers y Rovers viviendo el método scout
cada semana. Que estos 100 años sean motivo de seguir recordando y
comprendiendo el valor del Movimiento Scout y lo que puede aportar a las personas
si se aplica de la mejor manera. Nuestra
Región Scout de Ñuble tiene una gran tarea: que nuestras Jefas y Jefes alcancen
su Insignia de Madera, no hay excusa para algo distinto si llega a comprender
el significado trascendente del Escultismo en general y de la Insignia de
Madera en particular.
Finalmente, si como
Jefas y Jefes invitamos a nuestras beneficiarias y beneficiarios a avanzar en
su respectiva progresión, quizás también tengamos la responsabilidad de
demostrarles con el ejemplo que nosotros también progresamos, y nada mejor que
viviendo esta maravillosa experiencia del esquema de la Insignia de Madera. Os
invito a perseverar en el Escultismo Tradicional, a conocerlo, comprenderlo y
vivirlo y a que trabajemos para seguir en la senda de los próximos 100 años.
Que así sea. “Buena Caza para tod@s”.
Scouter Victor Valdebenito, Insignia de Madera.
Scouter Victor Valdebenito, Insignia de Madera.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario