La perseverancia es un valor que engloba un cúmulo de esfuerzos que con el paso del tiempo permiten ir construyendo en forma individual y colectiva aquellos proyectos que son asumidos con responsabilidad y compromiso. Si existen objetivos claros y una senda bien definida, aunque existan vallas en el camino, es probable obtener gratas satisfacciones al final del sendero. Es una aseveración general que cobra esencia y significado, cuando un Dirigente Scout tiene la posibilidad de apreciar con el paso del tiempo el desarrollo integral de niños y niñas, que al alero de los principios y valores del método scout, muestran evidencias que los cambios positivos si pueden ocurrir.
Cuando un niño
o una niña tiene la intención de ingresar a la manada o a la ronda, quizás
motivado por los padres que ven en los scouts una alternativa de desarrollo, la
inseguridad y ansiedad son las primeras actitudes presentes en los iniciales
encuentros con otros niños de su misma edad. Los padres son conscientes que
deben dar las herramientas para promover su autonomía, pero, siempre el temor
inunda los pensamientos sobre si realmente están tomando la mejor decisión para
dejar a su hijo o hija al cuidado de otros adultos, que usualmente, no conoce.
Cuando el niño a través del juego logra sentir que una reunión scout es un
espacio agradable, entretenido, que en
él es considerado como tal y puede conseguir algunos logros personales en
función de un programa educativo que lo estimula, se puede indicar que se ha
logrado sortear una de las primeras barreras que existen en la etapa de los
Lobatos o las Haditas.
Experimentar una historia a través del juego
que invita a cumplir diversos objetivos de desarrollo de niños y niñas, es una herramienta
trascendental para que Lobatos y Haditas vayan familiarizándose con el
desarrollo de diversas áreas de su personalidad. Planificar, ejecutar y
controlar sobre la base de la experiencia y deseos que los niños aprendan y
vivan mejores experiencias, son los desafíos que el jefe de manada o de ronda deben
tener en consideración. Los padres que acompañan, si apoyan el proyecto
educativo y se involucran en el cumplimiento de los objetivos de ambas
secciones, son los puntos de apoyo más sólidos para dar continuidad al proyecto
educativo. El afecto y empatía son esencia para lograr un equilibrio perfecto
entre el niño, el dirigente y los padres.
Cuando el
Lobato o Hadita ha logrado cumplir los objetivos de su etapa de formación,
comienzan a surgir otras expectativas que dice relación con la necesidad forjar
su independencia y autonomía, en donde ahora, los puntos de referencia son sus
pares. Es en el grupo pequeño, en la patrulla, en dónde vive las experiencias que le permiten
ir conociendo su entorno en función de las dinámicas y procesos grupales que el
programa de la tropa o la compañía les brinda. Desde experiencias gratas, hasta
otras no tantas, son verdaderas oportunidades para que los dirigentes de esta
sección promuevan y guíen procesos educativos de adolescentes que necesitan un
apoyo constante en el proceso de desarrollo de su identidad. El sistema de
patrullas promueve el desarrollo de habilidades blandas y conocimiento
necesario para experimentar el progreso de responsabilidades junto a otros
niños o niñas. Finalmente, en esta etapa, los padres comienzan a entender el
sentido del movimiento scout porque han logrado observar en sus hijos o hijas
cambios relevantes que van forjando una personalidad que se sustenta en valores
y principios que buscan el bien común en función de su propio desarrollo.
Conocer a un
niño o niña que vive diferentes experiencias en toda su infancia, adolescencia
y juventud, es una oportunidad única que tienen aquellos dirigentes que tiene
la convicción y perseverancia en que se puede aportar con algo a la sociedad. Hay
muchos ejemplos en el que dirigentes han logrado apreciar el lento pero
satisfactorio crecimiento integro de niños en estas importantes etapas de la
vida.
La
perseverancia es un valor que siempre se debe tener presente. Tanto padres,
niños y dirigentes, si logran mantener sus convicciones, terminan lo que han
comenzado y si tienen una voluntad firme para conseguir sus objetivos, res
ultan
ser los tres puntos perfectos, una alianza estratégica ideal para lograr una armonía necesaria para
cumplir los objetivos del movimiento scout: cuyo último fin es formar buenos
ciudadanos que día a día entreguen un servicio a los demás sin esperar
recompensas. Sigamos avanzando en la senda que nos legara Baden Powell porque al persistir en cumplir los valores y
principios de cada sección, tendremos la certeza que en algún momento podremos
afirmar que hemos dejado el mundo mejor
que aquel hemos encontrado.
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