martes, 16 de abril de 2024

La perseverancia en el movimiento scout, por Pablo Zambrano.

 

La perseverancia es un valor que engloba un cúmulo de esfuerzos que con el paso del tiempo permiten ir construyendo en forma individual y colectiva aquellos proyectos que son asumidos con responsabilidad y compromiso. Si existen objetivos claros y una senda bien definida, aunque existan vallas en el camino, es probable obtener gratas satisfacciones al final del sendero. Es una aseveración general que cobra esencia y significado, cuando un Dirigente Scout tiene la posibilidad de apreciar con el paso del tiempo el desarrollo integral de niños y niñas, que al alero de los principios y valores del método scout, muestran evidencias que los cambios positivos si pueden ocurrir.

Cuando un niño o una niña tiene la intención de ingresar a la manada o a la ronda, quizás motivado por los padres que ven en los scouts una alternativa de desarrollo, la inseguridad y ansiedad son las primeras actitudes presentes en los iniciales encuentros con otros niños de su misma edad. Los padres son conscientes que deben dar las herramientas para promover su autonomía, pero, siempre el temor inunda los pensamientos sobre si realmente están tomando la mejor decisión para dejar a su hijo o hija al cuidado de otros adultos, que usualmente, no conoce. Cuando el niño a través del juego logra sentir que una reunión scout es un espacio agradable, entretenido, que en él es considerado como tal y puede conseguir algunos logros personales en función de un programa educativo que lo estimula, se puede indicar que se ha logrado sortear una de las primeras barreras que existen en la etapa de los Lobatos o las Haditas.

 Experimentar una historia a través del juego que invita a cumplir diversos objetivos de desarrollo de niños y niñas, es una herramienta trascendental para que Lobatos y Haditas vayan familiarizándose con el desarrollo de diversas áreas de su personalidad. Planificar, ejecutar y controlar sobre la base de la experiencia y deseos que los niños aprendan y vivan mejores experiencias, son los desafíos que el jefe de manada o de ronda deben tener en consideración. Los padres que acompañan, si apoyan el proyecto educativo y se involucran en el cumplimiento de los objetivos de ambas secciones, son los puntos de apoyo más sólidos para dar continuidad al proyecto educativo. El afecto y empatía son esencia para lograr un equilibrio perfecto entre el niño, el dirigente y los padres.

Cuando el Lobato o Hadita ha logrado cumplir los objetivos de su etapa de formación, comienzan a surgir otras expectativas que dice relación con la necesidad forjar su independencia y autonomía, en donde ahora, los puntos de referencia son sus pares. Es en el grupo pequeño, en la patrulla, en dónde vive las experiencias que le permiten ir conociendo su entorno en función de las dinámicas y procesos grupales que el programa de la tropa o la compañía les brinda. Desde experiencias gratas, hasta otras no tantas, son verdaderas oportunidades para que los dirigentes de esta sección promuevan y guíen procesos educativos de adolescentes que necesitan un apoyo constante en el proceso de desarrollo de su identidad. El sistema de patrullas promueve el desarrollo de habilidades blandas y conocimiento necesario para experimentar el progreso de responsabilidades junto a otros niños o niñas. Finalmente, en esta etapa, los padres comienzan a entender el sentido del movimiento scout porque han logrado observar en sus hijos o hijas cambios relevantes que van forjando una personalidad que se sustenta en valores y principios que buscan el bien común en función de su propio desarrollo.

 Finalmente, cuando el scout o guía pasa al Clan, comienzan a descubrir un mundo que trasciende más allá de su entorno inmediato. Comienzan a tener conciencia que su entorno es trascendental para su propio desenvolvimiento en la sociedad. Comprenden que lo vivido en las secciones de manada, hadita, tropa o compañía, han sido etapas claves y preparatorias para cumplir un objetivo mayor, el ser un buen ciudadano que está dispuesto a servir. El o la joven ha logrado conocerse a sí mismo y reconocer la importancia del trabajo colectivo para conseguir objetivos que tengan trascendencia en el tiempo.  El adulto joven se encuentra preparado para influenciar en la sociedad a través de proyectos individuales que requieren una perseverancia que no se debe abandonar.

Conocer a un niño o niña que vive diferentes experiencias en toda su infancia, adolescencia y juventud, es una oportunidad única que tienen aquellos dirigentes que tiene la convicción y perseverancia en que se puede aportar con algo a la sociedad. Hay muchos ejemplos en el que dirigentes han logrado apreciar el lento pero satisfactorio crecimiento integro de niños en estas importantes etapas de la vida.

La perseverancia es un valor que siempre se debe tener presente. Tanto padres, niños y dirigentes, si logran mantener sus convicciones, terminan lo que han comenzado y si tienen una voluntad firme para conseguir sus objetivos, res
ultan ser los tres puntos perfectos, una alianza estratégica ideal para lograr una armonía necesaria para cumplir los objetivos del movimiento scout: cuyo último fin es formar buenos ciudadanos que día a día entreguen un servicio a los demás sin esperar recompensas. Sigamos avanzando en la senda que nos legara Baden Powell porque al persistir en cumplir los valores y principios de cada sección, tendremos la certeza que en algún momento podremos afirmar que hemos dejado el mundo mejor que aquel hemos encontrado.


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